Trader.- Los mercados se van a precipitar, van a hundirse porque, ahora mismo, los mercados son gobernados por el miedo. Los inversores, el gran capital, el capital “inteligente”, me refiero a los grandes fondos, los fondos de capital riesgo, las instituciones… no se creen el plan de rescate, saben que el mercado está “quemado”, que el mercado de valores está acabado, que el euro, en lo que a ellos se refiere, realmente no les importa nada. Se han llevado su dinero hacia activos más seguros como bonos del tesoro, bonos a treinta años, el dólar… así que (el plan) no va a funcionar.
Periodista.- No dejamos de escuchar que, no importa lo que los políticos sugieran, nada sirve. ¿Podría señalarnos, exactamente, que haría felices a los inversores, qué les haría sentirse más seguros?
Trader.- Es una pregunta complicada. Personalmente creo que no importa lo que se haga. Verá, soy un trader y, realmente, no me importan ese tipo de cosas. Si veo una oportunidad para hacer dinero, voy a por ella. A la mayoría de traders no nos importa cómo van a arreglar la economía, cómo van a solventar la situación en general. Nuestro trabajo consiste en hacer dinero con lo que hagan. Y, personalmente, llevo soñando con este momento tres años. He de confesar que cada noche me voy a la cama soñando con otra recesión, con otro momento como éste. ¿Por qué? Parece que la gente no lo recuerda pero la Depresión de los años 30 no fue simplemente un crash del mercado. Hubo cierta gente preparada para ello que hizo dinero con aquel crash. Creo que cualquiera puede hacerlo, no es algo sólo para una élites. Cualquiera puede hacerlo, es una oportunidad. Cuando el mercado se hunde, cuando el euro y las grandes acciones cotizadas se hunden, si sabes lo que tienes que hacer, si tienes preparado el plan adecuado, puedes hacer un montón de dinero con esto. Por ejemplo, están las hedging strategies, puedes invertir en bonos del tesoro, ese tipo de cosas.
Periodista.- Si pudiera ver la cara de todos los que estamos aquí… Apreciamos su franqueza, sin embargo, eso no nos ayuda.
Trader.- Escúchenme. Me dirijo a todos los que me están viendo. Esta crisis económica es como un cáncer. Si se espera y se espera para ver si desaparece solo, como un cáncer se extenderá y será demasiado tarde. Lo que le aconsejo a todo el mundo es que se prepare. No es el momento de pensar, ilusamente, que el gobierno va a solucionarlo. Los gobiernos no dirigen el mundo, Goldman Sachs dirige el mundo. A Goldman Sachs no le importa este paquete de rescate, como tampoco le importa al resto de los grandes fondos. De verdad quisiera ayudar a la gente. La gente puede ganar dinero con esto como lo hacemos los traders. Lo único que tienen que hacer es aprender a cómo ganar dinero con un mercado que se hunde. Lo primero que la gente debería hacer es proteger sus activos, lo que tengan, porque mi predicción es que en menos de doce meses los ahorros de millones de personas van a desaparecer. Y esto es sólo el principio. Así que les diría: estén preparados y actúen ahora. El mayor riesgo en que la gente puede incurrir ahora es no hacer nada.
Tres minutos y veinte segundos de una entrevista sin desperdicio a un trader o, lo que es lo mismo, a un especulador, uno de los ¿miles? (el planeta está a punto de superar la barrera de los siete mil millones de habitantes) que manejan los hilos de los llamados mercados y que, por tanto, podemos considerar la personificación de tal ente. Personas que, a base de potentísimas herramientas informáticas y de ingeniería financiera, mueven ingentes cantidades de dinero en operaciones que nada tienen que ver con la llamada economía real pero que contribuyen a que una multinacional pueda despedir a miles de empleados, a que el precio de los cereales se hunda o se dispare sin una correlación directa con la última cosecha, o a que el euro se encuentre en un brete del que veremos cómo se sale. Todo ello por mor de la rampante desregulación de esta globalización que ha convertido la economía en un enorme casino en el que seres amorales como este obsceno caballero pueden poner en jaque el futuro de todos.
No sé qué es lo que me produce mayor perplejidad. Si el desparpajo de este sujeto anunciándonos el apocalipsis al tiempo que nos invita a participar del aquelarre a través de las pantallas de la mismisima BBC; si la certeza de saber que, como él, hay muchas más "personas", autómatas del "making money", relativistas sin principios, valores o moral alguna (más allá de la del "making money", claro) que vampirizan al paciente cuyo cáncer alientan, actuando como buitres al final, cuando ya no quedará nada. Son insaciables y nada les detiene. O si, lo más alucinante de todo, es que no está haciendo absolutamente nada para parar esto.
Cuando estalló esta crisis, cuando Lehman Brothers se fue al garete y, con ellos, a punto estuvo el sistema financiero internacional, los máximos dirigente políticos mundiales, muy ufanos ellos, aseguraron en torno a la mesa del G20 que iban a reformar el capitalismo, que la era de la desregulación que había sentado las bases del tinglado se había acabado, que las transacciones financieras internacionales sería gravadas... Tres años después no se ha hecho nada, salvo ahondar en la crisis. Somos más pobres y más desiguales que antes. Menos solidarios. El euro está en la cuerda floja y, con él, la UE y todo lo que podía representar.
Frente a una irracional avaricia sin límites, nos hemos encontrado con una absoluta falta de capacidad y/o voluntad política. Goldamn Sachs no puede gobernar el mundo. Si lo hace, digo yo, algo podrá hacerse. Para mi ese algo se llama regulación. El poder político e institucional es quien establece qué puede hacerse y qué no, y cuáles son las consecuencias de saltarse las reglas del juego. El problema es que, desde hace décadas, a lo que el poder político se ha dedicado es a ir desdibujando primero y eliminando finalmente las reglas. Probablemente porque la sombra del poder económico es tan alargada que ha acabado haciéndose con el político, confundiéndose con él.
El señor Alessio Rastani (el broker) es la prueba palpable de que la autoregulación del mercado es, sencillamente, una quimera. No es posible. Paralelamente, nos sirve para personificar ese ente que llamamos "mercado". De la misma manera que los "gobiernos" o las "empresas" en último término son personas, lo mismo ocurre con los "mercados". Son miles de Rastanis que trabajan para decenas de Goldaman Sachs, que funcionan como lobbies en las órbitas de nuestros políticos... Basta ya. Es el tiempo de la política. Es el tiempo de los ciudadanos. Para ello los ciudadanos debemos recuperar la política. El itinerario está marcado: tomar las calles y, después, tomar las instituciones. Un sueño, ¿no? Lo prefiero a la pesadilla del amigo Rastani.
PD. La traducción no es fiel, puesto que no soy traductor. Pero el mensaje de Alessio Rastani es tan potente que no se ve desvirtuado lo más mínimo por el posible óxido de mi inglés.
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Tres minutos y veinte segundos de una entrevista sin desperdicio a un trader o, lo que es lo mismo, a un especulador, uno de los ¿miles? (el planeta está a punto de superar la barrera de los siete mil millones de habitantes) que manejan los hilos de los llamados mercados y que, por tanto, podemos considerar la personificación de tal ente. Personas que, a base de potentísimas herramientas informáticas y de ingeniería financiera, mueven ingentes cantidades de dinero en operaciones que nada tienen que ver con la llamada economía real pero que contribuyen a que una multinacional pueda despedir a miles de empleados, a que el precio de los cereales se hunda o se dispare sin una correlación directa con la última cosecha, o a que el euro se encuentre en un brete del que veremos cómo se sale. Todo ello por mor de la rampante desregulación de esta globalización que ha convertido la economía en un enorme casino en el que seres amorales como este obsceno caballero pueden poner en jaque el futuro de todos.
No sé qué es lo que me produce mayor perplejidad. Si el desparpajo de este sujeto anunciándonos el apocalipsis al tiempo que nos invita a participar del aquelarre a través de las pantallas de la mismisima BBC; si la certeza de saber que, como él, hay muchas más "personas", autómatas del "making money", relativistas sin principios, valores o moral alguna (más allá de la del "making money", claro) que vampirizan al paciente cuyo cáncer alientan, actuando como buitres al final, cuando ya no quedará nada. Son insaciables y nada les detiene. O si, lo más alucinante de todo, es que no está haciendo absolutamente nada para parar esto.
Cuando estalló esta crisis, cuando Lehman Brothers se fue al garete y, con ellos, a punto estuvo el sistema financiero internacional, los máximos dirigente políticos mundiales, muy ufanos ellos, aseguraron en torno a la mesa del G20 que iban a reformar el capitalismo, que la era de la desregulación que había sentado las bases del tinglado se había acabado, que las transacciones financieras internacionales sería gravadas... Tres años después no se ha hecho nada, salvo ahondar en la crisis. Somos más pobres y más desiguales que antes. Menos solidarios. El euro está en la cuerda floja y, con él, la UE y todo lo que podía representar.
Frente a una irracional avaricia sin límites, nos hemos encontrado con una absoluta falta de capacidad y/o voluntad política. Goldamn Sachs no puede gobernar el mundo. Si lo hace, digo yo, algo podrá hacerse. Para mi ese algo se llama regulación. El poder político e institucional es quien establece qué puede hacerse y qué no, y cuáles son las consecuencias de saltarse las reglas del juego. El problema es que, desde hace décadas, a lo que el poder político se ha dedicado es a ir desdibujando primero y eliminando finalmente las reglas. Probablemente porque la sombra del poder económico es tan alargada que ha acabado haciéndose con el político, confundiéndose con él.
El señor Alessio Rastani (el broker) es la prueba palpable de que la autoregulación del mercado es, sencillamente, una quimera. No es posible. Paralelamente, nos sirve para personificar ese ente que llamamos "mercado". De la misma manera que los "gobiernos" o las "empresas" en último término son personas, lo mismo ocurre con los "mercados". Son miles de Rastanis que trabajan para decenas de Goldaman Sachs, que funcionan como lobbies en las órbitas de nuestros políticos... Basta ya. Es el tiempo de la política. Es el tiempo de los ciudadanos. Para ello los ciudadanos debemos recuperar la política. El itinerario está marcado: tomar las calles y, después, tomar las instituciones. Un sueño, ¿no? Lo prefiero a la pesadilla del amigo Rastani.
PD. La traducción no es fiel, puesto que no soy traductor. Pero el mensaje de Alessio Rastani es tan potente que no se ve desvirtuado lo más mínimo por el posible óxido de mi inglés.