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miércoles, 20 de abril de 2011

La aconfesionalidad del Estado.

La reciente sentencia del Tribunal Constitucional que ampara a una profesora de religión despedida por estar casada por lo civil con un hombre divorciado, sirve para localizar el foco, una vez más, sobre una de las zonas más borrosas de nuestro modelo de Estado: cómo se conjuga la constitucionalmente declarada  aconfesionalidad del Estado con el papel que se deja jugar a la Iglesia Católica en la vida pública y, más concretamente, en la educación.

Recordemos que el artículo 16 de la Constitución reconoce como derecho fundamental la libertad ideológica, religiosa y de culto, recogiendo expresamente que nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias. Y en su último apartado establece la aconfesionalidad del Estado, sin perjuicio de que los poderes públicos deban tener en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española, manteniendo "las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones".

Esta regulación, fruto de su época y contexto histórico (la Transición) pretendía acabar con las cuatro décadas de nacionalcatolicismo del franquismo, durante las cuales la Iglesia ejerció como un poder del Estado más. Y se tradujo en los famosos Acuerdos con la Santa Sede, una figura jurídica extraña que, en realidad, representa una tratado internacional entre dos estados y que, aunque fue firmado el 3 de enero de 1979, tiene un marcado carácter preconstitucional, en la medida en que su texto fue negociado y acordado con anterioridad a la aprobación de la propia Carta Magna, como se reconoce en el propio texto del Acuerdo.

La necesidad de cooperar con "las demás confesiones", tal y como establece la Constitución, determinó la suscripción de sendos Acuerdos de Cooperación del Estado con la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, la Federación de Comunidades Israelitas y la Comisión Islámica de España (hecho que no se produjo hasta bien consolidada la democracia, en 1992, y tras la aprobación de las Leyes 24, 25 y 26/1992). Aunque, es evidente, la posición de ninguna de estas confesiones está equiparada con la de la Iglesia Católica.

Lo más obvio, en el ámbito de la financiación. El Estado lleva financiando a la Iglesia Católica todo este tiempo. Hasta hace unos pocos años con una consignación presupuestaria específica que se añadía a la cifra recaudada fruto de la "casilla" del IRPF. En 2006, el Gobierno del laicista Zapatero y la "perseguida" Iglesia  española alcanzaron un Acuero para, casi treinta años después, dar cumplimiento a los Acuerdos de 1979, que en materia económica comprendían garantizar el sostenimiento económico de la Iglesia a través de la cesión de un porcentaje del IRPF de aquellos contribuyentes que así lo decidieron. Hasta ese acuerdo, el porcentaje era del 0,5% (al que se adicionaba una consignación específica en los Presupuestos). Desde ese momento, desaparece, por fin, la consignación presupuestaria y se eleva el porcentaje hasta el 0,7%. En 2010 un 34% de los contribuyentes marcaron la casilla de la Iglesia en su declaración del IRPF. Eso en un país en el que un 73% se declara católico.



Un Estado declaradamente aconfesional no debería financiar a la Iglesia Católica, ya que ello no es una derivada directa de las relaciones de cooperación que la Constitución señala que debe sostener con ella. Especialmente cuando no hace lo mismo con respecto a las otras confesiones que, repito, no tendría que hacer en ningún caso. Pero es que, encima, se produce este agravio comparativo que determina una quiebra evidente de la supuesta aconfesionalidad.

Algunos arguyen que no es el Estado el que financia a la Iglesia, sino sus fieles, al marcar la famosa casilla. Nada más lejos de la realidad. Ese 0,7% de las contribuciones de esos ciudadanos que acaban en manos del clero no se destinan no ya a fines sociales. No se destinan a construir carreteras, hospitales, a pagar pensiones... Representa un mordisco a los ingresos estatales con carácter finalista. Somos todos los que financiamos a la Iglesia, porque estos devotos contribuyentes que marcan la susodicha casilla no están aportando un 0,7% más para financiar su Iglesia. Aportan lo mismo que cualquier otro. La Iglesia la financian los fieles cuando existe un auténtico impuesto religioso, como en Alemania, ejemplo paradigmático. Allí, ser fiel de una confesión te convierte automáticamente en sujeto pasivo de un impuesto destinado a financiar la correspondiente Iglesia.

Pero, para mi, lo más aberrante del papel que estamos, como sociedad, dejando jugar a la Iglesia no es esto. Lo más aberrante llega en el ámbito de la educación. Volvamos al texto constitucional. En su artículo 27  (paradigma de las componendas "transicionales") se regula el derecho fundamental a la educación. Y allí se reconoce el derecho "que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". La clase de religión es una derivada directa de ello, pero no necesaria. Es fruto de una interpretación concreta y específica. Nada impide que, por ejemplo, la clase de religión sea impartida en horario extraescolar. Igual que se apunta a los niños a clases de inglés, kárate o música, se les puede llevar a clase de religión. No tiene que estar incluída en el currículum académico ni ocupar espacio en el apretado horario escolar, al que ya le falta tiempo para lengua, matemáticas, etc... Actividad extraescolar que, por cierto, no tendría ni por qué impartirse en las instalaciones del centro escolar (donde a estas alturas todavía se discute si de las paredes de sus aulas pueden pender crucifijos o no). Ni que tendría que ser financiada con dinero público.

Pero no sólo se dan todos esos supuestos, sino que se produce la paradoja de que los profesores de religión son seleccionados (y descartados) libremente por la Iglesia, pero laboralmente dependen de la administración educativa que les paga. Despide la Iglesia, sujeta a las selectas y selectivas leyes divinas -una  mujer casada por lo civil con un divorciado no puede impartir religión, pero no tiene problema alguno en casar en la Almudena a una divorciada con el heredero al trono-, pero la demanda por improcedencia (o por violación de un derecho fundamental) según las leyes humanas la sufre la Administración. O, lo que es lo mismo, la sufrimos todos.

A esta Iglesia a la que pagamos todos, se le permite extender sus tentáculos a la educación de nuestros hijos. No ya a través de las clases de marras, sino a través de la financiación de los centros concertados (que me expliquen en qué parte de la Constitución se dice que será obligatorio concertar con todo centro educativo que pretenda abrir sus puertas) que convierten a nuestro país en un modelo único en Europa y nuestra escuela pública en un reducto cada vez más depauperado y más parecido a guetos educativos para colectivos marginados y sin medios y minorías.

Y esta Iglesia a la que pagamos todos, se permite ejercer de lobby asfixiante en temas que van del ámbito de la moral pública a la sanidad, encendiendo las bajas pasiones de mucha gente (no precisamente de los que, hartos, quieren dejar de ser considerados oficialmente "hijos" de esta Iglesia, y no pueden).



Por todo ello, y con la excusa de la sentencia del Tribunal Constitucional y estas fechas (lo digo por la campaña de la Renta, no os equivoqueis): a la hora de hacer la declaración, marcad la casilla de la X solidaria.





5 comentarios:

  1. Has tratado un tema que me "enciende" especialmente. Post que me parece muy oportuno y como siempre buenisimo. :)

    Yo cada dia me pregunto donde esta la "aconfesionalidad del Estado" que nos enseñan en primero de Derecho Constitucional y que reconoce el art. 16 de la CE, el tema de la financiación es indignante porque todos los españolitos, los creyentes y los que no lo somos contribuimos a financiar una Iglesia que no solo no va perdiendo ninguno de los privilegios sino que cada dia es más poderosa influyeno en todos los sectores de la vida politica.....

    Pero a mi lo que más me cabrea es lo de la Educación, el modelo de concierto es algo único en Europa asegurandose a diario la posiblidad de adoctrinar a cientos de chavales contando,desde sus centros centros educativos sostenidos con fondos públicos, su visión de la historia, de las ciencias naturales o incluso boicoteando la impartición de una asignatura (educación para la ciudadania) que habla de igualdad de genero, de igualdad entre razas y de no discriminación por orientación sexual, cosas todas ellas muy bien vistas, como por todos es sabido por la Iglesia Católica.

    A ello hay que sumar agravantes, no sólo tenemos una amplisima red de centros concertados,sino que además se imparte religión católica en los centros públicos y los profesores elegidos por la iglesia los pagamos todos, y no se te ocurra abrir la boca porque eres un ateo intransigente...pero ¿por qué un niño se tiene que quedar una hora sin hacer nada, mientras que otros dan religion catolica? A mi me parecen muy bien las creencias de cada uno, pero en sus respectivas casas, no en la escuela pública de un Estado aconfesional, después cada padre podrá elegir libremente que actividades hace su hijo por las tardes entre las que se puede encontrar la religion, pero si es católico y quiere educar a su hijo en esa fe, que sea el quien lo pague igual que si yo quiero que mi hijo aprenda a tocar el violin me busco la vida....es que lo veo tan obvio.....

    Pero es que el poder de la iglesia en este Estado supuestamente aconfesional, se extiende más allá de la financiación o la educación....hay iglesias o capillas, en centros militares, hospitales, y universidades y no te quejes que eres un ateo, rojo que no entiende el sentimiento de los católicos y digo yo; ¿qué pasa con el sentimiento de los que no lo son?

    y bueno ya el tema de la apostasia...es como para que hagas un blog solo de ello....porque es increible..

    Y no vamos a hablar de una judicatura derechizada y meapilas, que consiente que un medico que trabaja en la sanidad pública pueda objetar a la hora de recetar un determinado medicamento o tenga que practicar ciertas operaciones..la objeción de conciencia señores, debería ser un derecho de los ciudadanos no de los servidores públicos, ni de los farmacéuticos y en este ultimo caso encima se plantea el problema de que se ubican por nº de habitantes, dejando a ciudadanos descubiertos por que su conciencia se lo impide...pero no se te ocurra abrir la boca que eres un intransigente......

    Y mientras un gobierno "laicista" que no hace mas que concesiones.....ha prohibido la manifestación atea prevista para mañana jueves santo si pero es que la calle es publica osea de TODOS cosa que se olvida y que sufrimos por lo menos cuatro dias al año....

    Por todo ello y mucho más y después de este rollo tremendo....marcaré como siempre la casilla de la X solidaria.

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  2. Ufff ... aquí hay mucha tela que cortar...

    Y yo voy a añadir mi granito de arena, ;)

    El post genial, as usual! :D

    Me parece correctísimo, que en un estado aconfesional, el Estado NO debe pagar directamente un euro a la Iglesia.

    Estoy totalmente de acuerdo con el caso alemán y su impuesto religioso. Es más, en estos países, por ejemplo Suecia, si un año no has aportado tu granito de arena a la Iglesia en tus impuestos, NO puedes casarte por esa Iglesia, no te deja.

    Imaginaos qué ocurriría en este país ... con la hipocresía que existe a este respecto ... yo no voy a misa, yo soy muy ateo, pero luego me quiero casar en la iglesia de mi pueblo, porque queda muy bonito.

    Pero SÍ creo que la casilla de la Iglesia es correcta y es muy similar a lo del impuesto alemán. El problema son las cosas como que el Estado sea el que pague a los profesores de religión, no la casilla de la Iglesia. Estoy de acuerdo en que a los profesores de religión los pague la Iglesia (y no el Estado), ya que soy yo, católico, el que con mis impuestos financio a la Iglesia, para que me ofrezca un servicio, entre ellos el de la clase de religión (si quiero ir). Y más si encima es la Iglesia la que decide qué profesores dan religión ...

    Me parecía bien el modelo que tuvimos en nuestro tiempo, de elección entre religión y ética, en la que a todos nos enseñaban cosas útiles e interesantes y ninguno nos veíamos como bichos raros, ni los que iban a una o a otra.

    Si ponen religión como una actividad estraescolar una tarde de 17 a 18, ya te iba a contar yo a tí quién iba ... si la alternativa es apuntar al niño a fútbol, baloncesto o similar.

    Aunque también he de admitir que la propia Iglesia educa a los chavales con su catequesis a la que íbamos todos los viernes por la tarde, si no recuerdo mal. Por lo que la clase de religión ... estaría de más.

    Con Educación para la ciudadanía ... yo creo que pasa algo similar y, como todo, en este país el problema ha estado en que se ha intentado imponer, más que en consensuar ... Si la educación no puede estar en manos de la Iglesia, tampoco puede estarlo en manos del Gobierno, que fije contenidos de una asignatura tan "subjetiva".

    Creo que lo mejor es enseñarles a los chavales las cosas importantes: matemáticas, lengua, geografía, ... y en casa, que cada uno elija hacia donde tirar.

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  3. Mucha tela que cortar, efectivamente. A ver, por partes:

    - La casilla famosa en el IRPF no es equivalente, en ningún caso, a un "impuesto religioso" con el que los fieles de la Iglesia financian a la misma tras un acuerdo con el Estado. El IRPF es un impuesto general y, a priori, de carácter no finalista. Repito, ese 0,7% que va a la Iglesia no va a la Hacienda pública para pagar pensiones, justicia, defensa, carreteras... El católico no añade ni un céntimo más de su bolsillo en su declaración del IRPF para financiar su Iglesia. Mientras el no católico aporta el 100% de su cuota fiscal, el católico aportaría el 99,3% de la suya. El 0,7% restante lo aporta el Estado. Por lo tanto no es cierto que el Estado ya no aporte nada a la Iglesia.

    - Religión/ética. Ética venía a ser una especie de introducción a la filosofía. ¿Sabes que numerosos padres denunciaron el hecho de que sus hijos no pudieran cursarla por estar en clase de religión? Se plantearon recursos y ello genero esa famosa imagen de los niños que, no cursando religión, no podían hacer nada para que los otros niños que sí la cursaban no fueran "discriminados". Alucinante, ¿no? Problema que no existiría de no existir como asignatura curricular. Evidentemente, lo más lógico es que la clase de religión no fuera otra cosa que la catequesis.

    - Educación para la ciudadanía. No sé si lo has hecho. Si no, te lo recomiendo. Mírate un programa de esta asignatura. Es un refrito de los contenido que tenía la antigua "ética" con nociones muy básicas de nuestro modelo constitucional de convivencia. Deduzco que ética no te parecía nada aberrante. Y me imagino que conocer tus derechos y deberes y el marco político sobre el que se articula nuestra sociedad, tampoco (eso mismo que se pide a los inmigrantes que asuman, para considerarse integrados). Y hay que ver el ruido que se montó, ¿verdad?

    Efectivamente, la educación no puede estar en manos del Gobierno. La educación tiene que estar en manos del Estado, que es algo muy diferente (la diferencia de matiz probablemente se enseñe en educación para la ciudadanía, por cierto). Es algo que trasciende ideologías, confesiones religiosas, lugares de nacimiento... es lo que tenemos en común todos como ciudadanos. Lo que hace que nos podamos considerar ciudadanos. La más fundamental de las asignaturas.

    A ser ciudadano (ser libre para tomar decisiones asumiendo tus deberes y ejerciendo tus derechos en el marco de convivencia y respeto a las de los demás... puro liberalismo) se debería aprender en casa. Pero en todo caso en la escuela.

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  4. Vamos por partes:

    - Si haces eso con la Iglesia, lo tendrías que hacer con todos los impuestos, llenar tu declaración de cuadritos en plan: quiero que me arreglen la calle (una casilla), quiero que funcione la fuente de al lado de mi casa (una casilla), quiero que el barrendero pase por mi calle una vez al día (una casilla) ...

    No me parece nada correcta la afirmación que haces. El que yo destine el 0,7 % de mi declaración a la Iglesia, no implica que se deje de destinar dinero de mi declaración a arreglar las calles, o no debería ... Existe un 0,7 % que los ciudadanos pueden decidir a qué lo designa el Estado y si no lo deciden, es el Estado el que decide por ellos dónde lo invierte. No me parece nada correcto pensar que si marco la casilla de la Iglesia, mis calles dejan de asfaltarse (ejemplo simple para entendernos).

    - Me parece igualmente absurdo lo segundo (no tu afirmación, sino que los padres interpusieran recursos). Acuérdate que en BUP (si es que lo cursaste ;) teníamos que elegir una "asignatura de libre elección" y había que elegir entre informática, pintura, teatro, ... Es como si un padre hubiera interpuesto un recurso, porque su hijo no podía cursar dos asignaturas a la vez ...

    - A mí sí me gustaba el equilibrio entre religión y ética.

    - Lo dicho, educación para la ciudadanía podía haber sido una buena alternativa a la religión/ética, insisto, si se hubiera consensuado. No se hizo y se montó la de siempre. Al igual que cambiar el modelo de educación, que a un Gobierno se le antoja y adelante, caiga quien caiga y pese a quien pese, porque a mí me han votado los ciudadanos y puedo hacerlo.

    - A ser ciudadano te deben enseñar primero en casa y si hay tiempo en la escuela. En la actualidad obviamente no lo enseñan en casa y, obviamente, a pesar de tener "educación para la ciudadanía" tampoco en la escuela. Con lo que se está perdiendo el tiempo para aprender más matemáticas, lengua, historia ... y así estamos como estamos.

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  5. - Salvo que un impuesto tenga carácter finalista (esto es, se instituye para financiar una necesidad concreta), lo que con ese tributo se ingresa engrosa la Hacienda pública para hacer frente a la generalidad de gastos del Estado (el famoso principio de caja única). El IRPF no tiene carácter finalista. Punto. No debería existir ninguna casilla, esa es la cuestión.

    Que marques la casilla no significa que las calles dejen de asfaltarse, significa que un porcentaje de la cifra con la que contribuyes no se destina a cualquier otra cosa (asfaltar una calle o lo que sea). Porque no es una donación que tú como contribuyente le haces a la Iglesia. Eso es así con un impuesto específico que tenga como sujetos pasivos los fieles de la Iglesia (paradigma alemán). Tal y como esta configurado en España el mal llamado impuesto religioso, lo que tenemos no es una minoración de los fondos estatales que se sustraen de la "caja general" del erario y, por tanto, no pueden destinarse a gasto público. Impuesto religioso, y auténtica contribución de los fieles a su Iglesia es si pagaran una cuota equivalente al 100,07%.

    - Uno de los quid de todo esto es que es absurdo.

    - Educación para la ciudadanía ni pretende ni puede ser una alternativa a religión. Estoy de acuerdo en que a ser ciudadano te deben enseñar en casa, pero tú mismo aceptas que esto no es así. En todo caso deben enseñarnos en la escuela. Pura teología política. El patriotismo constitucional de Habermas.

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