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miércoles, 18 de agosto de 2010

El sistema electoral III: un corolario

El sistema electoral que tenemos propicia un modelo bipartidista que se situaría en las antípodas del pluralismo y heterogeneidad que de una sociedad democrática avanzada debiera predicarse. Algunos argüirán que por qué no puede funcionar aquí lo que funciona en EE.UU. y más o menos funcionaba en Reino Unido (hasta que los liberales de Nick Clegg han logrado colocarse en una posición que les podría permitir cambiar las cosas). Podríamos contestar que nuestra cultura (política incluida) no es la anglosajona. Pero, por encima de todo, habría que esgrimir como motivo el cinismo. Si lo que queremos es un modelo mayoritario y bipartidista, perfecto, que así sea. Pero, por favor, que no se nos llene la boca de pluralismo y proporcionalidad al diseñar un sistema que luego vestimos con el ropaje de otra cosa. Que no se nos engañe.

Que no se nos condene a este hastío de democracia de pan y circo, nada participativa (no digo que los ciudadanos estemos muy implicados, pero es labor del poder político hacer por que nos impliquemos, y no al revés) en la que todo se reduce a depositar nuestro voto en la urna cada cuatro años. Un voto que muchas veces está más basado en un "votar contra" que "votar a". Un voto que en multitud de ocasiones se reclama como "útil" (¿qué pasa, que si no voto una determinada opción mi voto es "inútil"? ¿O, directamente, el que hiciera eso sería el inútil?). La democracia del "quítate tú para ponerme yo" (o del "que te quiten a ti para ponerme yo"). Qué tristre. Qué pobre. No creo que esa sea la democracia que nadie quiera.

Parece que el nuestro es un sistema bipartidista, y no es así. Acabará siéndolo, con el paso del tiempo y fruto del hastío del personal. Pero la democracia española aunque consolidada, aun es joven. Y debieran imponerse algunas medidas de higiene democrática.

En primer lugar, habría que modificar el sistema electoral que rige las elecciones al Congreso de los Diputados de manera que fuera verdaderamente proporcional y representativo. Y para ello lo óptimo sería modificar la circunscripción electoral dejándola en una única circunscripción nacional (como ocurre en las elecciones al Parlamento Europeo). El gran "problema" es que ha sido la Constitución la que ha establecido la provincia como circunscripción electoral, de modo que sería necesaria una reforma constitucional. Por eso, se han planteado alternativas más laxas, como la de elevar el número de diputados de los actuales 350 a 400 (límite máximo que recoge la Carta Magna). Se podrían reducir de dos a uno el mínimo de diputados a elegir por provincia, de manera que se "engorde" la bolsa de diputados repartidos en función de la población.

Pero puestos a modificar la LOREG, podrían adoptarse medidas de mayor calado. Medidas que afectaran al sistema D'Hondt, que supusieran la introducción de factores que implicaran una mayor participación o identificación del votante con los candidatos. Para ello habría que acabar con el modelo de las listas cerradas y bloqueadas. Es un modelo muy simple, muy sencillo, pero bajo mi percepción denota inmadurez política de la sociedad que lo utiliza. De nuevo, quizá tuvo sentido al comienzo de nuestra singladura democrática, pero ahora no contribuye a aproximar la vida política a la ciudadanía. Ni fomenta la responsabilidad de los políticos (que se sienten más dependientes de los estamentos de su partido que de los votantes).

En definitiva, sería deseable una reforma profunda y madurada que repercutiera en una mayor y mejor democracia. De estas medidas que comentábamos, las últimas son extrapolables a cualquier elección, no sólo la del Congreso. En este sentido, la reforma del sistema electoral en el Congreso, para hacerlo más proporcional, sólo tiene sentido si se afronta la necesaria reforma del Senado, convirtiéndola por fin en esa cámara de representación territorial que dice la Constitución. Frente a una circunscripción única en el Congreso, en el Senado tendría sentido la existencia de diferentes circunscripciones territoriales.

A lo largo de estos post no he descrito nada nuevo, sino contribuido a repetirlo, a difundirlo. Es una necesidad imperecedera que, prácticamente, embarranca legislatura tras legislatura. En ésta, tras más de dos años "mareando la perdiz", ha vuelto a fracasar: PSOE, PP y los partidos nacionalistas han evitado que se reformara la LOREG en lo que a la búsqueda de una mayor proporcionalidad se refiere, aun cuando el Consejo de Estado reconocía en su informe al respecto que, efectivamente, existen disfunciones evidentes. De aprobarse, la eventual reforma de la LOREG va a obviar este importante asunto, limitándose a adoptar cambios que afectan al voto de los españoles residentes ausentes.

Corolario: se asume que el sistema electoral presenta deficiencias que debieran motivar su modificación pero... ¡para qué cambiar con lo bien que estamos así!

Algunos enlaces para los que quieran alguna información adicional:

- Informe de la Subcomisión sobre las posibles modificaciones del Régimen Electoral General
- Informe del Consejo de Estado
- Propuesta de reforma de IU
- Propuesta de reforma de UPyD
- Un estudio sobre la reforma del sistema español: Fundación Alternativas
- Sobres los diferentes sistemas de voto: Wikipedia (english)


El sistema electoral I: la teoría.
El sistema electoral II: los hechos.

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