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miércoles, 29 de diciembre de 2010

CNN+ por GH: el signo de los tiempos

Ayer CNN+ puso fin a sus emisiones. O, mejor dicho, le pusieron fin. Prisa decidió bajar la persiana de un canal deficitario que su contabilidad no podía asumir. Desde un punto de vista económico o, si se quiere, empresarial, es lógico. Las empresas tienen por objeto hacer dinero, ser rentables o, al menos, viables económicamente. Así que, lo que no puede ser, no puede ser. Y menos después de haber recurrido a una absorción por Telecinco, que se ha zampado a Cuatro y (aunque aun esté por ver) su modelo de hacer televisión.

Es el signo de los tiempos. Poderoso caballero es don dinero. Una muestra para aquéllos que todavía creen que un medio de comunicación es algo diferente a una empresa, a una máquina de hacer dinero. Las líneas editoriales no son más que el reflejo del mercado potencial al que se dirigen. Nos dan a cada uno lo que queremos consumir. Ni más ni menos. La imagen romántica del periodismo lleva enterrada muchos años.

Lo bueno es que, en una sociedad democrática y libre, hay espacio para numerosos medios, cada uno orientado a su público, materializándose de esta manera y en cierto grado el principio de pluralismo.

Así que el cierre de CNN+ es una mala noticia para el pluralismo informativo en general y televisivo en particular, especialmente en estos tiempos en que los supuestos mejores informativos se parecen cada día un poco más a un programa de España Directo. Y el resto se limita a la crónica de sucesos, la gaceta deportiva y el sensacionalismo vario. Mención aparte para la caverna mediática, claro.

No negaré que estos días CNN+ se parece a los documentales de La 2: todo el mundo dice que lo veía y, en la práctica, su share era más bien discreto. Pero no menos cierto es que los directivos de Prisa no han intentado darle ni una oportunidad más. Una vez que el maná italiano ha entrado en las arcas, parece que había que cumplir con el contrato. No se ha contemplado que en un abanico con decenas de canales, un canal dedicado íntegramente a la información (serían dos, con el 24 horas de TVE) pueda tener un futuro, una audiencia potencial que busque algo distinto al pan y circo. Al final, hablamos de grandes grupos empresariales que funcionan como en cualquier otro sector económico. No podemos olvidarlo, que no nos engañen con sus idearios, líneas editoriales o libros de estilo (aunque, como consumidor, tengo claro cuál quiero pero, por favor, sin romanticismos).

Esto es lo que nos ha traído ser un país líder en la implantación de la TDT: multitud de canales basura. Uno de los pocos que merecían la pena, desaparece. Y es sustituido por Gran Hermano 24h, lo que debe ser un síntoma de estos tiempos que corren de homogeneización y mediocridad. Tiempos que vivimos una ciudadanía que parece narcotizada. Sería discutible si esto no es más que un reflejo de lo que somos, pero yo quiero creer que no. Que hay vida más allá de Belén Esteban y mucha gente que busca otras cosas… y que, supongo, simplemente no encienden la televisión.

El panorama desolador de la TDT es algo que debería hacer reflexionar al ministro Sebastián y su equipo en la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones. Desde el punto de vista de la técnica quizá haya sido un éxito relativo. Pero desde el punto de vista de los contenidos… Resulta que la previsible multiplicación de contenidos, formatos y pluralidad no ha sido tal. Más homogeneización, más polarización, más mediocridad, más circo, más caverna.

Por eso es importante lo que Internet como el nuevo y gran medio de comunicación social puede aportar. Como campo al que no se pueden poner puertas (la neutralidad de la red es vital, en este sentido; es un principio básico e irrenunciable). Como dijo Julian Assange, fenómenos como Wikileaks ponen de manifiesto el estado lamentable en que se encuentran los medios de comunicación tradicionales, esclavos de intereses  vicarios, económicos y políticos, haciendo valer aquello de que no hay que morder la mano que te da de comer.

Echaré de menos CNN+.

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