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miércoles, 9 de febrero de 2011

¡Habemus Twitter!

En la corta andadura de este blog creo que ya he cantado las alabanzas de la revolución tecnológica en más de una ocasión, con esa recurrente convicción que profesamos los profanos de la cotidianeidad cibernética.

Es evidente que Internet representa un punto de inflexión lo suficientemente profundo como para marcar el arranque de una nueva era. Y probablemente su explosión sea un hito con una proyección bastante mayor que la que los libros de Historia nos cuentan que supuso la invención de la máquina de vapor para precipitar el advenimiento de la Sociedad Industrial.

No en vano se habla del final de esa sociedad industrial en favor de la llamada sociedad de la información, por aquello de que Internet nos ha puesto al alcance de un clic el acceso a una cantidad ingente de información. El problema, probablemente, sea el volumen y la calidad de esa información, que dificulta su procesado y la posibilidad de dar el salto a una verdadera sociedad del conocimiento. En cualquier caso, como magistralmente nos mostró el profesor Manuel Castells, la nuestra es la era de la información.

La llegada de la llamada web 2.0 ha servido para cristalizar una importante vertiente de la sociedad red, facilitando la conexión y comunicación, sobre todo, de las personas (aunque también de empresas, instituciones, administraciones), abriendo la puerta a un uso más proactivo, interactivo y colaborativo de las nuevas tecnologías. Información y comunicación se dan la mano gracias al auge de estas nuevas herramientas y, muy especialmente, de las redes sociales.

Las redes sociales sirven, entre otras muchas cosas, para hacer socialmente tangible el fenómeno de la globalización, dando la posibilidad de que todos estemos conectados con todos o que, al menos, tengamos esa posibilidad. La teoría de los seis grados de separación respaldada por las pantallas de nuestros dispositivos electrónicos.


En este post lo que pretendo es exponer mi punto de vista sobre el fenómeno de las redes sociales a día de hoy (la realidad cambia tan rápido que también lo hacen mis percepciones y puntos de vista, supongo). Y es que yo era bastante reticente respecto a las redes sociales y lo que éstas pudieran tener de positivo. Probablemente porque al pensar en red social pensaba en Facebook, ese establo global en el que parece que tienes que estar para ser considerado una persona normal y actual. Pero no entiendo su propósito ni comparto su banalización de las relaciones sociales; la distorsión que provoca en el ámbito de la privacidad de las personas; su simplificación y simplismo absolutos con la moda de los “me gusta”; o su capacidad para hacer perder el tiempo con farmvilles varios… Llamadme prejuicioso o anticuado. O asocial. Pero facebook is a stupid idiot.

Sin embargo las redes sociales no se acaban en facebook o en tuenti. Abarcan desde myspace a flickr, pasando por spotify o youtube, e incluyendo herramientas como los blogs y los gestores de feed, como Google reader. Todo aquello que sirva para acceder a cualquier tipo de información (en el sentido más amplio y genérico de la palabra), gestionarla de algún modo y, sobre todo, compartirla. Con quién tú quieras, con quien quiera, con quien le interese. Dar y recibir. Compartir. Algo que sólo es concebible en el marco de una red neutra y abierta.

Pero es Twitter la red social que me ha empujado a escribir este post. Otra red social paradigmática de la que mis prejuicios (e ignorancia) me han tenido al margen hasta hace bien poco.


Desde fuera, no entendía la mecánica twittera (de hecho no termino de manejarme del todo bien, sigo siendo un polluelo). No le veía un sentido práctico a esa red social con formato de ristra de sms. De nuevo la simplificación llevada al exceso. Qué se puede aportar en 140 caracteres, me preguntaba. Un mundo.

Para quien no conozca twitter, podríamos definirlo como una herramienta en la que tienes la posibilidad de lanzar mensajes de 140 caracteres al ciberespacio, que serán leídos por aquéllas personas que te sigan. Del mismo modo, tendrás acceso a todos esos mensajes que la gente a la que sigas escriba. Pueden ser lo que yo llamaba banalidades, al referirme a facebook, o puede ser información útil: referencias a artículos o post de temas que te interesan, información en tiempo real sobre algún hecho, opiniones en tiempo real… De hecho, creo que el mayor aliciente de twitter (al margen de favorecer el contacto con personas que comparten intereses… sin la fantasiosa pretensión de convertirlos en amigos) es ese carácter instantáneo. Que al mismo tiempo es la mayor pega que le encuentro. Mi impresión es que el volumen de “información” que se genera es tan ingente que ha de procesarse en el momento, es complicado hacerlo con carácter demorado. Pero, al mismo tiempo, 140 caracteres son suficientes para representar una información en sí misma o para, si son enlaces a algo, sopesar si merece la pena o no.

Está claro que twitter puede servir para perder mucho el tiempo (y echar unas risas, es cierto)  con  trending topics (TT) como #eldelacamisadecuadros, #turismobisbal, los #perezrevertefacts, los #batasunarequisitos... Pero es como todo, depende del uso que se le quiera dar. Y cuando twitter sirve para ocupar mucho espacio de los medios tradicionales, es que algo se mueve.

Recién estrenado el twitter... ¡estrenamos su widget para el blog!

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