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viernes, 1 de abril de 2011

Indignaos (II). De la desafección al cambio.

En este año 2011 estamos asistiendo, probablemente, a uno de los acontecimientos históricos más relevantes desde la caída del muro de Berlín. Me refiero a esa ola en forma de revueltas sociales que está recorriendo el norte de África y Oriente Medio y haciendo tambalearse a seculares regímenes autocráticos, de Túnez a Egipto, pasando por Libia, Siria o Yemen. Con distintos matices, sí. Con diferente discurrir, también. Pero con un evidente denominador común: la sed de libertad, derechos y democracia de los ciudadanos de estos países.

Mientras, al otro lado del Mediterraneo, en Europa en general, parece que nos comportamos como unos nostálgicos observadores a los que sus propias revoluciones (el establecimiento de las bases de nuestro modelo de estado del bienestar tras la IIGM, la construcción de Europa, el mayo del 68...) quedan lejos. En España, llegamos tarde a todo eso, pero también alcanzamos nuestras propias conquistas tras la muerte de Franco en su cama... y hoy muchos miran con una nostalgia añadida el levantamiento de esos ciudadanos contra sus tiranos. Pero, en cualquier caso, parece que el ruido y la furia quedan muy lejos para nosotros, ciudadanos acomodados de esta Europa cuna de libertades, derechos y democracia.

Esa falta de movilización, de compromiso, se predica especialmente respecto de la juventud (habiendo sido la juventud de las sociedades árabes piedra angular de las revueltas), de la que siempre se espera que esté un peldaño por encima del resto de la sociedad en términos de implicación. Sin embargo, los datos son tozudos (Jóvenes, participación y cultura política. Injuve 2009; Juventud en cifras. Valores y actitudes. Injuve, 2009; Informe Jóvenes 2010. Fundación SM) y demuestran que los jóvenes españoles, en términos generales, se implican y participan más bien poco. No ya en partidos políticos o síndicatos, sino tampoco en otras modalidades de asociacionismo. Su interés en la política es bastante reducido, asimismo. Se dice que no tienen ni proyectos ni ilusiones e, incluso, se ha inventado una nueva etiqueta para ellos: generación ni-ni (que, como toda etiqueta, responde a un estereotipo al que respondería un pocentaje muy limitado de este segmento de población, como acaba de demostrar el estudio impulsado por el Injuve Desmontando a ni-ni).

Pero, no nos engañemos, esa supuesta falta de compromiso, esa pasividad, ese desinterés es igualmente predicable de cualquier otro segmento de la población. La afiliación a partidos políticos (las tres grandes formaciones suman un total que no alcanza al 3% de la población española) y a síndicatos (una de las más bajas de Europa) se encuentra bajo mínimos. Los jóvenes se encuentran al mismo nivel que los menos jóvenes. Como dice Irene Milleiro, Directora de campañas de Intermón Oxfam, los jóvenes se movilizan lo que les toca (si representan al 20% de la población, ese es exactamente el porcentaje que suponen entre los 100.000 colaboradores de su organización). O que, si echamos un vistazo al último barómetro del CIS, sus preocupaciones son las mismas.

Sin embargo, como decíamos en el anterior post, nos sobran los motivos para movilizarnos y funcionar como una ciudadanía activa que goza del privilegio de ejercer en libertad esos derechos por los que ahora pelean los árabes y que nosotros tenemos ya conquistados. Motivos relacionados con diferentes ámbitos: económicos (la tasa de paro, las ayudas a los bancos, los ajustes fiscales...), sociales (los recortes de derechos, la devaluación de los servicios públicos, los atentados contra nuestro medio ambiente...) o políticos (la campante corrupción, la falta de trasnparencia y vías participación, la tiranía de partidos...).

Pero en mi opinión, esta apatía es predicable de un ámbito muy concreto: el de la participación política, lo que afecta de lleno al corazón de nuestra democracia. A una inmensa mayoría de la gente la política le interesa poco o nada, no confía en los líderes políticos que tenemos, ni en los partidos e, incluso, llega a considerarlos como unos de los problemas importantes de nuestro país. Así que, efectivamente, nuestro sistema está enfermo desde el momento en que ni participamos en él ni confiamos en él. Parece que no nos vale.

Al menos no tal y cómo está concebido, cómo funciona. Eso es lo que explica en gran parte la desafección de una ciudadanía hastíada de un modelo marcadamente bipartidista que mantiene bajo sordina institucional las voces de los movimientos minoritarios que, como consecuencia del pérfido sistema electoral español  (enlace a los posts hablando del tema: I, II y III), tiene bastante complicado acceder a nuestras instituciones. Así, todo queda en manos de los que muchos llaman con sorna PPSOE, haciendo alusión a que cada vez más los dos grandes partidos y sus propuestas se parecen más entre sí. A que sus discursos y el ruido de la trifulca nuestra de cada día, así como su apuesta por permanecer lejos de la ciudadanía (por opacidad, sin rendir cuentas, con poquísimas ruedas de prensa, con declaraciones pre-fabricadas, controlando el timing de la información política en TV...) abonan el campo en el que florece la desafección, y convierten a los ciudadanos en objeto útiles cada cuatro años para depositar un voto en una urna. Entre medias, se sacan adelante normas muy contestadas por mucha gente (Ley Sinde); se rechazan propuestas (saldar la hipoteca entregando la casa) con un fuerte apoyo popular que, incluso, se traducen en una iniciativa legislativa popular; se cambian las reglas del juego y se obvian puntos importantes del programa electoral; se extiende la mancha sobre el mapa de la corrupción en España; se afianzan los lazos con el poder económico; se entierran proyectos para afianzar la trasnparencia de nuestra Administración...

Las mismas razones que justifican nuestro hastío y apatía son las que deben alimentar nuestra indignación y nuestra voluntad de cambio, de actuar. Las cosas se pueden (¡se deben!) hacer de otra manera. No hay democracia sin una ciudadanía comprometida, activa, formada, informada e implicada.

Bajo esta piel social de pasividad y resignación late un corazón de cambio. Algo se mueve. Continuará.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado!!!

    Me parece que son muchas las causas que generan esta gran desafeccion que dicen que existe en nuestro pais, pero entre la más importante yo resaltaria algo que tu ya has comentado en otras ocasiones en este blog en relacion con el sistema electoral (algo a lo que dedicaste tres posts muy buenos hace ya tiempo) y es que nuestro sistema electoral tan defendido por PSOE y PP ahoga a las minorias.

    Yo pienso que la gente joven no es mas que reflejo de la sociedad en la que vivimos, de sus padres, de lo que se ve por la tele, de lo que se lee...no son ellos peores que el resto no están motivados y tampoco implicados en una mayoria aplastante como pudiera suceder hace treinta años, pero es que la sociedad de ahora en nada se parece a la de hace treinta años....(tampoco su clase politica..)

    A mi juicio, hay otro grandisimo problema en este pais y es la grandisima tolerancia que existe a la corrupción, el hecho de que se vea com algo normal el "meter la mano" es altamente preocupante y dice mucho de la vision que tienen muchos ciudadanos de lo que es la politica y lo público....

    Pero junto a todos esto o precisamente por todo esto en este país hay cada vez más personas (muchas de ellas jóvenes) que pensamos que hay que trabajar para repolitizar a la ciudadania cada vez somos mas los que creemos que somos nosotros los que tenemos que comprometernos, implicarnos, estar formados, informados (como tu muy bien dices).. porque somos nosotros los que tenemos que exigir democracia, transparencia, que no haya corrupcion, no perder los valores de la socialdemocracia, es nuestra OBLIGACION como ciudadanos....garantizar que el legado que dejamos en la sociedad en la que vivimos no sea tan gris como se ve aparentemente.... y yo estoy convencida de que hay ganas de impulsar otro modelo y existe mucha gente detrás de ello.

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  2. Está claro que estamos en la misma onda! :) Y esta claro que no somos los únicos. Día a día se perciben movimiento ya no tan subterráneos en esta dirección. Indignados y con voluntad de reaccionar. Algo se mueve. Algo va a cambiar. En el próximo post, termino la reflexión.

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