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miércoles, 16 de febrero de 2011

Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros.

Los titulares de los periódicos que nos hemos desayunado hoy nos anunciaban que el Gobierno había renunciado, finalmente, a la pretensión de limitar la vida util de nuestras centrales nucleares a 40 años, lo que habría supuesto, de facto, el carpetazo definitivo a la utilización de la energía nuclear en España, que desaparecería con el apagado del último reactor.

Para ello ha buscado (o encontrado, más bien) como extraños compañeros de viaje a PP, CIU y PNV para, junto con los votos del PSOE, sacar adelante esta enmienda a la no menos extraña Ley de Economía Sostenible. Ya saben, aquélla que en el debate sobre el estado de la nación de hace un par de años se anunciaba como la piedra angular sobre la que construir un necesario y nuevo modelo de economía productiva (sic)  y que, en la práctica y tras un tortuoso trámite parlamentario (no deja de ser curioso echar un vistazo al proyecto presentado), será recordada como la de la "ley sinde" y la prórroga a las nucleares.

Hoy Zapatero (ayer era incapaz de responder a la pregunta de si había cambiado su postura en el tema nuclear con algo mas que una sonrisa forzada y un "no, no, no" a lo Amy Winehouse) se escudaba en su cara a cara con Rajoy (a éste le ha faltado tiempo para echarle en cara eso de que el Presidente hace una cosa y la contraria) en que la economía no está quieta (como el líder del PP, que no se mueve un milimetro esperando que le caigan en las manos las llaves de Moncloa) y que la situación que atravesamos (ya saben, eso que para simplificar llamamos crisis) exige actuar y hacer un ejercicio de responsabilidad, en los términos ayer expuestos por el portavoz parlamentario del PSOE José Antonio Alonso.

El objeto de este post no es criticar el hecho de que se prorrogue la vida útil de las centrales nucleares. O que, después de un sesudo y calmado ejercicio de reflexión, el Gobierno en general y el Presidente en particular hayan cambiado de opinión respecto a este tema. Critico, fundamentalmente, que lo que esto demuestra es que se carece de una política predefinida en un tema tan importante como el energético. ¿Cuál es la agenda política del Presidente? Está claro que no es el programa electoral de su partido. Pero es que tampoco parece serlo aquéllo por lo que él mismo apostaba hace no tanto. En 2009 fue cuando se decidió cerrar Garoña. ¿Lo que valía hace menos de dos años no vale ahora?

Yo me pregunto, si Zapatero apostaba por cerrar las nucleares tras 40 años de servicio aventuro que sería, por ejemplo:

a) bien porque contaba con informes técnicos que aconsejaban no extender su vida útil mucho más allá por seguridad.
b) bien porque por convicción personal entendía que España no debía apostar por esta energía
c) bien porque por compromiso político hacia una parte importante de su electorado se veía en esa tesitura

¿Qué ha cambiado? ¿La realidad objetiva? ¿Sus convicciones personales? ¿Su compromiso político?

Todo esto es criticable. Pero lo que de verdad me molesta, lo que como ciudadano me indigna, es la incapacidad que nuestra clase política tiene, y muy en particular nuestro Presidente, para tomar decisiones y asumirlas. Porque ese es su trabajo. Entiendo que tiene que ser complicado hacer hoy lo que ayer dijiste que no harías. Pero lo que ya es una pirueta imposible es hacer eso (de manera sistemática) y no tener el talante de asumirlo, apechugar con la decisión y explicarlo. Claro, explicar lo inexplicable es harto complicado. Cómo hacer entender a la gente que donde ayer decía digo hoy digo diego. Igual no se puede. Lo más cercano a una explicación plausible, las declaraciones de un Jáuregui ufano que reconocía que, tal y como está el percal, "el Estado, la política, no lo puede todo y cada vez es más evidente que la empresa puede mucho más".

Apaga y vámonos. Esto es lo que de verdad me indigna. Esa frustración, esas orejas gachas, esa evidente ausencia de rumbo político, de agenda propia, de discurso. De políticas. Por muy tremenda que esté siendo esta crisis no puede servir para justificar el completo amilanamiento de nuestros dirigentes, de los primeros servidores de lo público. Me niego a aceptar, me indigna como ciudadano, me revuelve lo más profundo de mi conciencia democrática el tener la sensación de que nuestras instituciones y quienes las habitan no son más que títeres, zombies lobotomizados por el discurso único proveniente de no sé sabe muy bien dónde pero en boca de todos (desde los mercados famosos a las instituciones internacionales como el FMI, pasando por la UE y lo más granado de nuestra clase empresarial o los distintos lobbys de todo tipo y pelaje que infiltran nuestros centros de decisión). En boca de todos menos de lo quien más importa: la ciudadanía que sufrimos este desgobierno y que lo estamos asumiendo con cívica disciplina.
Si las cosas sólo puede hacerse de una misma manera según dictan esos oráculos, si ya no hay diferencia entre izquiera y derecha; si el futuro de nuestro estado del bienestar va a ser indefectiblemente el mismo una vez que los discursos políticos con identidad propia parecen disueltos en el magma del pensamiento único... entonces no necesitamos tanto dirigente, tanto cargo, tanto representante... bastarían meros gestores, tecnócratas.

Estoy indignado con nuestra clase política que está, directamente y desde mi humilde opinión de vocecilla entre la multitud, minando las bases de nuestro modelo democrático. La democracia no puede consistir en depositar un voto en una urna cada cuatro años. En que el partido de turno se pase por el forro de su programa político lo que allí proponía, a lo que allí se comprometía porque "la responsabilidad" le exige actuar muchísimas veces de una manera diametralmente opuesta a lo que los ciudadanos en general y sus votantes en particular esperaban. Si van a practicar ese relativismo, que incluyan, entonces, en sus próximos programas electorales aquél axioma marxiano (grouchiano, si se quiere) del "estos son mis principios; si no les gustan, tengo otros".

Siempre podría consolarme pensando que el Presidente no es un pusilánime sin criterio y que, en el fondo, tiene una agenda política (aunque opaca). En este caso, en el apartado energético esta "prórroga nuclear" conjugaría perfectamente bien con la perla de José Bono en tierras guineoecuarianas (que es muchísimo más lo que nos une que lo que nos separa con el régimen de Obiang; ¡donde estén unos buenos yacimientos petrolíferos que se quiten los derechos humanos!) buscando para nuestra empresas una porción del oro negro africano.

Quiero una Política (sí, con mayúscula) distinta: comprometida, responsable, transparente y participativa.

Lo importante es que no soy el único.

1 comentario:

  1. En definitiva: estamos cansados de la política en España. Los políticos nos demuestran día a día que no tienen ideas, programas, ni siquiera principios. Trabajan en el día a día y en cómo mantenerse en pie cuanto más tiempo mejor.

    Todo está politizado y cada vez estamos peor, alternativa?

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